10.2. Entrevistes

A Antonio Aragón Renuncio.

Él es Antonio Aragón Renuncio, uno de los fotoperiodistas más comprometidos con su causa. Desde principios de los 90 siempre ha estado relacionado con el medio fotográfico. Ha sido profesor durante más de diez años en distintos lugares de España, Nicaragua y Centroamérica. Fundó y preside la ONGD OASIS con la que desarrolla proyectos médicos en algunas de las zonas más deprimidas del Golfo de Guinea en África. Ha expuesto de forma individual y colectiva su obra en más de sesenta ocasiones, la cual ha sido reconocida por prestigiosos premios y becas. Antonio es todo naturalidad, simpatía y corazón. No hay ocasión en que no bromee. O más bien sí, puesto que acomete severamente contra las injusticias. No tiene ningún problema en ayudarme aun estar ahogado de trabajo con un nuevo proyecto que lleva entre manos. Me propone mandarle las preguntas. Él me las devuelve y me permite eliminar las palabras malsonantes puesto que sabe que no están muy bien vistas. “Así que tú decides si las dejas o no… yo por desgracia no puedo decidir que los protagonistas de mis fotos no mueran… Así que ahí quedan mis palabrotas”. Yo coincido con él y pienso que es la realidad la que anda mal, así que dejo su entrevista tal cual.

1. En una entrevista definiste a la fotografía como "la maravillosa y perfecta división de un segundo en mágicas fracciones de luz y color." Y añadiste que para ti ese es un argumento más que suficiente para incluso dejarse la vida. ¿De dónde nace esa pasión por la fotografía y cómo decides adentrarte en este mundo y, más concretamente, en el del fotoperiodismo? 

Por curiosidad, mucha curiosidad. Comencé en otro tipo completamente de fotografía. Luego me di cuenta que era una excusa perfecta para compaginarla con otra de mis pasiones: viajar. Así que un binomio perfecto para recorrer el mundo viendo y viviendo historias increíbles. 

En la vida de cada quién siempre (o así debería ser) hay algún/os puntos de inflexión. Los míos los tengo bien claros aunque creo que esos no deben trascender del ámbito privado. Mi fotografía ha cambiado a lo largo de los años y lógicamente se ha modificado y evolucionado gracias, por y según esos momentos clave.

Comencé retratando gatitos y los intensos colores de un atardecer… Luego descubrí el blanco y negro que me marcó y enseñó a entender lo poco que sé la luz, pasando noches enteras metido en el cuarto oscuro alucinando con su magia… de repente, un buen día, apareció el color. Rabioso y lleno de contraste. Pleno de rostros, de sufrimiento… 

¿Por qué el fotoperiodismo y sobretodo la denuncia? Porque hay muchas cosas que denunciar y porque lo mires por donde lo mires no hay derecho a muchas de las cosas con las que nos bombardean en los telediarios (si es que son lo suficientemente rentables políticamente para salir en ellos, claro está) de las tres. Porque todos deberíamos hacer algo por un cambio. Por un cambio más justo. Cada quién en su pequeño charco y en función de sus posibilidades. Pero hacer algo. Yo tomo fotos, es lo que menos mal se me da hacer. Y algunas de esas fotos han servido para ayudar a alguno de los niños que habitan en nuestro Paraíso de los Corazones Olvidados. Sólo por eso merece la pena el viaje. 

Hay rostros que no puedo dejar de recordar… de cuando en cuando se me siguen apareciendo, en sueños. Y sigo (y seguiré, si puedo y me dejan) sin encontrarle el sentido al sinsentido. Por muchos años que lo lleve fotografiando. Justamente por eso, espero no dejarlo nunca de hacer. Y gritar, lo más alto y claro posible para aquellos que quieran escuchar. 

2. ¿Quiénes son tus referentes fotográficos? 

Hay cientos de grandes fotógrafos, unos conocidos y otros no tanto. Incluso algunos que ni siquiera sabemos que existen. Admiro el trabajo de la gente comprometida con su trabajo y su mirada. Bebí de los clásicos y me seguirán gustando siempre. Demasiados nombres y demasiadas fotos para enumerar… aunque siempre alucinaré con Capa y Natchwey. Esos tíos son de otra galaxia. La quintaesencia del fotoperiodismo. Si alguien me preguntara qué quiero ser de mayor, diría que la centésima parte de buen fotógrafo que ellos. Capa por ser el padre, por cambiar los conceptos, por acercarse a la acción (ya conocéis su frase: si no estás lo suficientemente cerca, la foto no es lo suficientemente buena) como nadie había hecho antes. Natchwey, por su ojo, su exquisita composición y su ilimitada capacidad de trabajo. 

Actualmente, por suerte, hay un gran número de compañeros españoles que están dando la cara (¡y de qué forma!) y están invadiendo los medios internacionales (los nacionales por desgracia no llegan ni a la categoría de medios) y ganando numerosos premios (hoy no nos queda de otra que intentar sobrevivir con concursos y talleres) con sus fotos maravillosamente comprometidas. No voy a dar nombres (son muchos y muy buenos, no me gustaría dejar a nadie por nombrar) ya que ellos saben perfectamente quiénes son y lo que están haciendo. Unos en primera línea de fuego jugándose la vida para mostrarnos lo que pasa en el mundo, otros con una preciosa mirada social que otorga voz a los sin voz. Unos en las trincheras reales de alguna cloaca del inframundo planetario, otros en las cibernéticas de la denuncia y el compromiso con los más desfavorecidos… 

Me encanta la fotografía, la buena fotografía. La ventaja de esta época de excesiva democratización de la imagen (con lo bueno y lo malo que ella conlleva) es que se están haciendo cosas terriblemente buenas (también terriblemente malas ya que hemos llegado al punto de que simplemente con comprar una cámara “profesional” -sea lo que sea eso, ya que no conozco a ninguna que haga fotos sola- y subirlas al ciberespacio ya nos creemos artistas de la luz) que hace que el medio esté viviendo un momento (según mi punto de vista claro está) espectacular en términos de calidad. La cagada es que nadie está dispuesto a pagar un centavo por el sudor y la sangre de ese trabajo. Pero como siempre me gusta encontrar el lado positivo a las cosas, creo que todavía este puto mundo tiene esperanza ya que en él pulula ésta extraña tribu de románticos que está dispuesta a partirse el culo y la espalda por contar historias sin censura que nos haga atragantarnos con el postre. Además no hay dinero suficiente para pagar ciertas cosas, ni para remunerar una vida bien vivida. ¡Qué coño! Algunos sabéis a qué me refiero. 

Los buenos son muy buenos y da gusto ver su mirada. Los malos… bueno con los malos simplemente hay que dar a la tecla suprimir. Ventajas de la tecnología. 

3. ¿Cuál debería ser la mirada del fotoperiodista, cómo testigo o defensor del más débil? 

Su mirada debería ser comprometida siempre consigo mismo y con el mundo que le rodea. Hablar de objetividad en el medio siempre me ha parecido estúpido ya que desde el momento que decidimos hacer una foto u otra, mirar a un lado u otro, elegir contar la historia desde un bando u otro ya estamos subjetivizando el resultado final y por consecuencia nuestro trabajo, así que por lo menos debemos estar comprometidos con nuestra visión (sea la que sea). Si encima esa visión sirve para denunciar una realidad injusta e intentar echar una mano a los que más sufren pues mejor que mejor. 

La fotografía es mi gran pasión, así que siempre la fotografía esta por delante de cualquier (hay varias personas que me la tienen jurada por eso… jajaja) cosa. La denuncia social mi vocación, así que el fotoperiodismo es una consecuencia (en mi caso, claro está) lógica de la pasión por los viajes y las ganas de ver y contar historias que el resto de la gente habitualmente no ha visto ni vivido. 

Es curioso recordar que cuando comenzaba en esto de la fotografía, la gente me preguntaba qué era lo que más me gustaba. Yo les respondía todo menos el fotoperiodismo. Al final es lo que realmente me enganchó, me apasiona y a lo que me dedico. Cuando uno es joven, a veces es demasiado pendejo…jajaja. Me costaría mucho (además de no apetecer nada de nada) dejar de vivir como vivo, pensar como pienso, viajar donde viajo y fotografiar lo que fotografío, aunque el fin de mes muchas veces llegue el día 3, el muy cabrón… 




¿El objetivo último? Me gusta (y mucho) la fotografía a la que me dedico, otra cosa es que me gustaría hacerla mejor…jajaja… mostrarla es una consecuencia lógica que además en muchos casos (por eso sigo yendo a buscarlas) sirve para algo concreto y para alguien concreto… eso me parece mucho más interesante e importante. Me gusta pensar que alguna de mis fotografías robó cinco segundos del día de alguien y le hizo pensar y replantearse ciertas cosas para consigo mismo y/o para con sus semejantes. Eso me parece un regalo demasiado brutal como para dejarlo sin aprovechar. 

Nunca he creído en los grandes cambios ni en los grandes proyectos que salvarán al mundo. Creo en las pequeñas cosas, en aquellas sin aparente importancia y que a la postre conllevan un giro a mejor. Para salvar al mundo primero debemos salvarnos a nosotros mismos… parece muy fácil, creo que lo es, pero la mayoría de la gente no se ha dado cuenta. Quiero pensar que la fotografía -la fotografía que hacemos y nos gusta hacer- es la herramienta perfecta para ello. Eso y que es demasiado excitante y atractiva como para ni siquiera pensar remotamente en renegar de ella. 

En la vida hay que tomar decisiones ásperas (riesgos que dirían algunos) en ciertas ocasiones, dulcemente duras en otras… por las que hay que estar dispuesto a pagar el precio. Sólo espero que al final del viaje me dejen cinco segundos para echar la vista atrás y poder constatar que mereció la pena… Lo siento, esto no tenía que ver mucho con la fotografía –o sí, quién sabe- pero se me coló de estrangis, puto teclado gringo… jajaja … así que por algo será. 

Buena luz. 




4. ¿Cómo se ve el mundo a través de tu objetivo? ¿Consideras que todo aquello que abarca la mirada debe fotografiarse o debe limitarse según la ética moral? 

La mayoría de las veces borroso por el sudor acumulado en el visor y el polvo que se cuela por las rendijas del ocular… jajaja 

La respuesta a esta pregunta daría para (me he propuesto ser bueno y no enrollarme mucho en las respuestas de este cuestionario, aunque me cueste…jajaja) un tratado. Así que responderé de una manera breve: si y no, como en la vida todo depende. El otro día en la universidad hablamos de este tema y los chavales opinaban y opinaban sin cesar. Mi resumen: somos fotógrafos, testigos privilegiados de lo que acontece. Bajo esta premisa debemos hacer la foto. Yo les dije que si querían salvar el mundo se habían equivocado de profesión, debían estudiar medicina o para santo o santa. En cuanto al “hasta dónde?”, esa es una decisión muy personal de cada quién y justamente eso es lo que les intento enseñar a mis alumnos (el manejo de una cámara se aprende leyendo el manual) en cada clase. A ser decididos, a no callar, a buscar y ser críticos (con el mundo y con ellos), a ser la voz de los sin voz (esto suena a frase barata pero es verdad) y a tomar sus decisiones bien meditadas, sean las que sean. Muchas veces una foto ha sido criticada (mucho más su fotógrafo) pero ha sido el detonante para intentar paliar una situación límite. Si no que se lo pregunten al pobre Kevin Carter y a su foto de la niña (que era un niño) y el buitre, o recordemos Vietnam, Bosnia y mil asuntos más. Lo que pasa es que la estupidez humana no tiene límites (así como su capacidad para hacer el mal) y la mesura no es nuestro fuerte. Si perdiéramos más el tiempo en no joder al prójimo y en intentar hacer de este mundo un lugar mejor, otro gallo nos cantara… 

En mi caso particular, sí hay fotos que nunca hice aunque más por un motivo de compromiso personal o ética particular (para el caso es lo mismo) para con la situación concreta o el sujeto frente al objetivo que por prejuicios (que esta profesión te enseña a definirlos de otra forma) morales. Aunque creo, como bien dije antes, que la foto hay que hacerla -si tienes valor para ello- otra cosa es que la enseñes o alardees de ella. Al fin de cuentas, el cuaderno de bitácora particular está lleno de cosas (fotos) buenas y malas. Y yo de las malas he aprendido infinitamente más. 

5. Has trabajado en muchísimos lugares, tales como Nicaragua, Tailandia, Honduras, Marruecos, Turquía, Ghana, Burkina Faso, Birmania, Togo o Argelia. ¿Qué huellas le dejan a uno esos viajes? 

Me encanta viajar en busca de historias, el problema es que es demasiado caro moverse y cada día más complicado encontrar financiación para los proyectos personales. Así que la única opción es autofinanciarse y para ello debes gastar una gran cantidad del año en prostituirte (fotográficamente hablando, a lo otro no hemos llegado pero al paso que vamos en breve nos verán por alguna rambla…) para conseguir juntar unos miles de euros con los que perderte en algún agujero negro pleno de luces y sombras. 

Creo que hay dos tipos de fotógrafos. Los que transforman el lugar con su mirada y a los que el lugar transforma su mirada. En mi caso concreto, la fotografía y los viajes no sólo cambiaron mi mirada sino también mi forma de vivir, entender la vida (y la muerte) y a adjetivar de otra forma. Cuando has visto (y fotografiado) ciertas cosas le das importancia a lo que realmente importa. Te ríes de casi todo y te “valen verga” algunos “problemas” que antes te quitaban el sueño. Todo es más simple y relativo. El otro día intentaba explicárselo a alguien muy especial que me hablaba de lo complicado de la vida. La vida es muy simple. El sol sale siempre por el este y se pone por el oeste. Después del día llega la noche. Y de cuando en cuando tras una tormenta terrible sale el sol y descubres un precioso cielo azul eterno en el cielo…

Somos nosotros a los que nos gusta complicarnos la vida y lo que es más jodido: complicársela a los que nos rodean. Si ya lo decía una de las canciones de mi banda sonora personal: living easy living free… pues eso, que razón tenían los muy cabrones… 

6. ¿Qué le lleva a uno a convertir un trabajo profesional en un proyecto personal como es el caso de tu labor en Nicaragua?

Después de dar vueltas por el mundo buscando historias que contar llegué a Nicaragua. Fue una de esas maravillosas casualidades del destino que a veces conspira de forma positiva. Yo iba por veinte días a realizar un reportaje sobre los niños de un orfanato de Managua con la idea habitual de llegar, fotografiar, volver y contar la historia. 

Error. Después de vivir las veinticuatro horas del día con aquellos renacuajos que sabían latín, griego y chino mandarín, algo hizo click allá adentro. En alguna parte. Así que me quedé con ellos seis inolvidables años viviendo. Vivir, disfrutar y sentir en primera persona una pequeña historia de la Historia es mucho más excitante que un millón de grandes historias vistas en la tele… y además no tengo tele, así que… Ahí nace OASIS (www.ongdoasis.org). Consecuencia lógica (por lo menos para mí) de vivir una de esas historias en carne propia y de querer hacer algo para mejorar las condiciones de vida de sus protagonistas. 

Hicimos varios proyectos en el orfanato y poco a poco la familia y los amigos se fueron involucrando más y más en nuestras “locuras” con lo que la bola de nieve se fue haciendo más y más grande. Luego llegamos a África. Cuando uno llega allí y tiene los ojos bien abiertos se da cuenta de que no hay derecho a ciertas cosas que allá pasan. Porque simplemente por haber nacido al otro lado de la frontera que hay al sur de París un niño no debería estar condenado al olvido, al sufrimiento y a la muerte anónima. Porque no me gusta vivir, ver y fotografiar cosas que tendrían fácil solución (si las intentáramos) y que por desdén se convierten en sentencia de muerte. De muerte lenta, eso sí. Si de cuando en cuando dejáramos de mirarnos tanto el ombligo, igual nos dábamos cuenta de un par de cosas. Cosas simples. Cosas pequeñas y sin aparente trascendencia… o puede que no tanto… ¡quién sabe! 




7. ¿Cuáles han sido tus mejores y peores momentos desde que eres fotógrafo? 

Ummm… mis mejores momentos, infinitos. Cada vez que me llevo la cámara al ojo (incluso a veces sin cámara) ante una buena situación fotografiable. Cada vez que edito una imagen que merece la pena y me trae recuerdos (buenos y malos) de alguna historia. Cada vez que notas que alguien se ha interesado de verdad por alguna de tus fotos y has conseguido quitarle cinco segundos de su día para pensar en lo en ella retratado…. y esta enumeración seguiría por horas. 

Los peores…puede que cuando estás enfermo por ahí perdido, cuando te pegan un balazo por estar en medio de todo haciendo fotos o simplemente cuando estas con tu cámara frente un acontecimiento atroz que no debería tener lógica y mucho menos sentido (léase: muerte, enfermedad, sufrimiento, etc, etc, etc…) de estar ocurriendo. Aunque como dije antes, de los malos he aprendido más. 

Aunque sí he de reconocer que hay fotografías que siempre me acompañarán. Unas las hice y siempre estarán entre mis favoritas. Otras simplemente no me atreví a hacerlas (por diversas razones) aunque sus protagonistas y las historias en las que estaban inmersos nunca se me olvidarán. 

8. No suele ser habitual combinar texto y fotografía. ¿Por qué combinar ambas facetas? ¿Crees que prevalece alguna de ellas? 

En mi caso texto y fotografía van de la mano más por necesidad que por vocación. Al regreso de mi primer viaje “serio” como fotoperiodista me di cuenta de la importancia del maridaje entre foto y texto para contar mejor (además de ser más fácil de publicar) la historia. Si a eso le sumamos que soy un control freak con mis cosas y la cantidad de tiempo que me hubiera consumido contar a un tercero (que ni había estado en el lugar ni había sentido lo que yo sentí) lo vivido para que contara “mi” historia… pues decidí ser yo mismo quien juntara las letras de esa sopa para que por lo menos a mi me supiera cómo debía saber. Así nacen los textos. Como una necesidad personal para recordar. 

Es curioso ver cómo cambian ciertas cosas (pocas, pero haberlas las hay) en la vida de uno. Cuando era chaval odiaba hacer los deberes y las redacciones que nos mandaban en el colegio e inventaba mil excusas para escaquearme de ellas. Mira tú por dónde, que al final de la peli, he acabado intentando trasladar al negro sobre blanco experiencias vitales propias y ajenas. Y al final me ha gustado, bueno algo más que gustar. He descubierto un equilibrio muy placentero entre el antes (la toma de fotografías en el lugar) y el después (intentar plasmar sobre el papel los recuerdos y las historias de los protagonistas de las mismas). Es el ying y el yang de mi trabajo. La adrenalina de la acción y sus carreras, con el sosiego y la tranquilidad de su recuerdo frente a la pantalla del ordenador…

Lo que prevalece -y debe prevalecer- son las historias, que también nacen de otra necesidad. La de saciar una curiosidad que como decía mi madre cuando era pequeño y pasaba todo el día tras de mí (la hiperactividad de un crío preguntón es lo que tiene… que agota… jajaja) no tiene límites. Siempre he querido conocer las cosas de primera mano, verlas en vivo y en directo. Olerlas… y por qué no, ser su/mi protagonista en la sombra. 

9. ¿Qué es más romántico y qué más práctico, ser fotógrafo freelance o trabajar por encargo? 

Lo más romántico es pasear con la novia (si consigues que alguna te aguante…jaja.. o viceversa) por la playa en una noche de luna llena… 

¿Práctico? sacarte una oposiciones (bueno eso por lo menos antes, ahora con lo de la crisis ni así) y vivir una vida “normal” y tranquila. 

Trabajar por encargo está muy complicado. Somos muchos en el medio y pocos los que tienen las páginas y la pasta. Nadie quiere pagar lo que valen las historias (con lo caro que resulta hacerlas). Lo de freelancear es la solución (cara) para la mayoría y la opción que nos queda para poder hacer lo que nos gusta sin limitaciones y sin un jefe pendejo que te pide cosas que ni siquiera sabe cómo se hacen en un país que ni siquiera sabe dónde está. Ser freelance te permite (si consigues la pasta para andar perdido por ahí el tiempo suficiente) estar donde quieres estar, el tiempo que necesitas estar para contar la historia de la forma que te apetece y en la que crees… ahora, llegar a fin de mes, eso es otra historia… jajaja 



10. Compaginas tu trabajo con el de profesor de universidad y con ello mantienes un trato cercano con los jóvenes. Como bien sabrás hay muchos que sueñan con poder formar parte de tu mundo profesional. ¿Cómo crees que se plantean las cosas para ellos y que consejos les darías? 

Me encanta la docencia y relacionarme (y aprender) con gente joven que empieza en el medio. Además me rehúso a la posibilidad de no poder enseñarles a pensar de una forma más crítica y a mostrarles lo apasionante (y apasionado) que puede ser el mundo a través de la cámara oscura. 

A la postre, mis clases en la universidad son lo mismo, en esencia, que mis trabajos en el mundo del reportaje, por lo menos así me gusta pensar, sólo cambia el medio. Además en esta época de crisis (yo he estado en crisis desde siempre…jajaja) y con lo complicado (casi imposible) de vender el trabajo periodístico, nos quedan pocas alternativas para financiarnos los proyectos, las historias y los viajes. Los talleres, las clases en la universidad, los concursos y becas son de las pocas alternativas que nos quedan para intentar llegar a fin de mes. 

Aunque nada en el mundo se puede comparar a estar perdido en medio de la nada fotografiando un acontecimiento “real” y del que eres espectador privilegiado. Esa sensación no se puede describir con palabras. 

No soy mucho de dar consejos (bueno a veces sí… jajaj) pero os diré algo: Si queréis tener una vida tranquila, un chalet adosado con vistas al mar, una tele de plasma de 50 pulgadas y pasta ahorrada en el banco, ésta vida de fotoperiodista no es la vuestra. Además debéis pensar que España no es el ombligo del mundo (y vosotros tampoco… últimamente no se que le pasa al ego de la mayoría que han decidido pasar de contar la historia a querer ser la historia) y que allá no pasa nada que trascienda a nivel global. Así que tenéis que estar dispuestos a viajar, lejos, con poco equipaje y con muchas ganas de ver y contar lo que pasa por esos mundos de dios (aunque a la mayoría de ellos no haya ni siquiera llegado). Estar dispuestos a dormir mal, comer mal, a estar enfermos en medio de la nada… pero al final del día disfrutar esa sensación indescriptible de saber y sentir que estáis vivos. Vivos de verdad… no hay dinero suficiente en el mundo para poder pagar eso.




A Walter Astrada 

Su nombre es Walter Astrada. Nació en Buenos Aires, Argentina. Quiso ser fotógrafo desde los 13 años, al quedar completamente impactado en una exposición de fotografía de prensa de la Asociación de Reporteros Gráficos de la República de Argentina. Empezó trabajando en agencias y acabó como freelance para poder ser independiente. Sus imágenes han sido internacionalmente reconocidas por la concesión de premios y becas de diversas organizaciones. Entre la multitud de estos, encontramos el primer premio del World Press Photo en tres ocasiones o el China Internacional Press Photo Contest en diferentes categorías y años. 

Pero tras esta celebridad hay una persona humana que es todo corazón. Walter es cercano y desde el primer momento me anima a tutearle. Tiene las ideas claras y así las comunica, en un hablar pausado y seguro. 

¿Quiénes son tus referentes fotográficos? 

No hay nombres. Creo que muchas veces los referentes no tienen que ser famosos. 

¿Cuál debería ser la mirada del fotoperiodista, cómo testigo o defensor del más débil? 

Nosotros no somos defensores. Claro que hay que aclarar a qué nos referimos con defensores. Personalmente yo soy partidario de ser testigo, pero es verdad que depende de cómo lo hagas puedes mostrar más un lado u otro. Así que yo creo que como testigo pero dando espacio a los que tienen la situación más jodida. Siempre hay que tratar de ser objetivo pero obviamente la parte que debe mostrarse es la de la gente que no tiene la posibilidad de defenderse. Normalmente, el que ya tiene poder, automáticamente se está defendiendo por sí mismo o puede tener los elementos para hacerlo. Así que no hace falta que un fotoperiodista defienda a aquellos que ya tienen el poder. 

Tomando como ejemplo la reciente polémica del New York Times sobre la noticia de un suicidio, ¿consideras que todo aquello que abarca la mirada debe fotografiarse o debe limitarse según la ética moral?

¿Quién va a ser la persona que diga que se puede y que no se debe fotografiar? Porque si hay alguien que establece límites eso ya es un poco de censura. Yo sé que en ese caso hubo mucho debate y que al final decidieron publicarlas, y no es que este sea un diario que normalmente pone fotos sensacionalistas. Además, por otro lado, ese mismo diario ha publicado anteriormente fotografías de niños muertos y explosiones en otras partes del mundo. El problema con mucha gente es que tiene un doble rasero, no les molesta que publiquen fotos de niños negros muertos de hambre o niños descuartizados siempre y cuando no sean europeos o americanos. En cuanto aparece uno de estos en una situación que supuestamente degrada su dignidad, que personalmente no creo que la fotografía la degrade sino que desgraciadamente ya la ha perdido por la situación en la que está, se alarman muchísimo. Creo que no se debería censurar porque los que aparecen sean blanquitos y europeos. 


Has estado en multitud de lugares cubriendo conflictos bélicos y sociales. ¿Qué huellas le dejan a uno esos viajes? 

A mí me permite conocer situaciones y lugares que si me quedara en casa no podría conocer. Por otro lado me permite tener, o espero la verdad, una visión más amplia. En cierta forma creo que viajar y ver otras cosas, que las personas viven de otra forma y tienen diferentes culturas, nos ayuda a no cerrarnos como estamos haciendo últimamente. Creo que cuanto más conozcas y más viajes, más provechoso te resultará. Y eso no significa que tú no tengas tu propia identidad o tu propio pasado. La gente normalmente lo ve como un peligro cuando realmente es algo enriquecedor. Dicen que el racismo se cura viajando, la verdad es que el nacionalismo muchas veces también. 

¿Es eso quizás lo que te hace seguir en el fotoperiodismo? 

A mí me gusta mucho estar viajando y conociendo otras cosas, así que sí, digamos. Yo creo que es como una excusa. Dices, bueno trabajo pero además viajo también. 

¿Cuáles han sido tus mejores y peores momentos desde que eres fotógrafo? 

Teniendo en cuenta que soy persona yo creo que una cosa no va independiente de la otra. Este trabajo no te hace no humano, así que muchas veces los peores momentos no se dan cuando estás trabajando sino, por ejemplo, cuando acabas de terminar una relación o lo que sea, como le sucede a cualquier otro mortal. 

¿Ser fotógrafo abarca mucho tiempo? Algunos de ellos se arriesgan a comentar que cuando a uno realmente le gusta la profesión, nunca descansa de ella. 

Cuando era más chico tal vez pensaba que sí. Ahora pienso en otras cosas además de la fotografía. Digamos que cuando yo trabajo me involucro al 100% en lo que estoy haciendo, pero que muchas veces puedo estar sin hacer fotos durante uno o dos meses y no es que lo eche de menos. Supongo que todo va cambiando con los años. 

¿Hay algún proyecto que destacarías o consideres que te ha marcado más a nivel profesional o personal? 

El de la violencia contra las mujeres. Lo he hecho en cuatro países: Guatemala, Congo, India y Noruega. El tema es complicado y requiere mucho esfuerzo. Hay que lograr tener accesos y eso puede resultar muy difícil. Además la situación de las mujeres no es la mejor. Supongo que es una mezcla de todo. 

Le conté mi hipótesis de si realmente el dicho de que una imagen vale más que mil palabras es cierto. ¿Crees que realmente prevalece el texto sobre la fotografía o la imagen sobre la palabra? 

Bueno, depende. Si la foto es muy mala necesitas un buen texto y si es muy buena también pero pequeño, para poner esa foto en contexto. Al menos necesitarás una pequeña explicación, por eso existe el pie de foto, para poder darle un poco de información a la fotografía. Saber cuando fue tomada, quién está en ella, qué está sucediendo… Así que sí, necesitas un texto. En el caso de que la foto sea muy buena será poco, pero también lo necesitarás y si la foto es mala necesitarás mucho porque tendrás que explicar cosas que no están en la fotografía. Ni con la fotografía o el texto solos alcanzas. Uno complementa al otro. 


La idea de trabajar por libre es realmente bonita pero luego quizás te das cuenta que no llegas a fin de mes. ¿Qué es más romántico y qué más práctico, ser fotógrafo freelance o trabajar por encargo? 

(Ríe) Romanticismo tiene poco. Mira, el tema es así, cuando eres freelance tienes un montón de tiempo libre, por eso se llama free, pero tienes poco dinero. Cuando trabajas para alguien, tampoco tienes mucho dinero, ¿eh?, pero tienes, lo que te falta es el tiempo libre. Entonces es complicado, creo que hay que tratar de hacer un equilibrio. Puedes hacer unos por encargo para ir viviendo y por otro lado ir haciendo las cosas que te apetecen hacer a ti. 

Hay quienes dicen que el fotoperiodismo está muerto y hay otros que ya llevan diciéndolo desde hace más de treinta años. ¿Cómo crees que se plantean las cosas para esta profesión? 

Cuando me puse a trabajar ya decían que era difícil y que no se podía hacer, y creo que he podido. Es verdad que ahora ha cambiado mucho desde que empecé y se ha vuelto un poco más complicado, pero yo creo que, muchas veces, tenemos que pensar que se ha vuelto complicado para todo el mundo. Ser maestro o arquitecto ahora también lo es. Todas las profesiones tienen sus complicaciones. No hay ninguna profesión que no las tenga. Bueno sí, los banqueros, que les da dinero el estado, pero dejándolos de lado no creo que haya ninguna que lo tenga todo resuelto. Creo que muchas veces los periodistas nos miramos demasiado el ombligo a nosotros mismos y nos olvidamos que hay cinco millones de parados en España, por ejemplo. Pretender que no seamos parte de esos cinco millones me parece un poco pretencioso, la verdad. A nosotros también nos toca. Y gran parte de la culpa de que estemos como estamos también es nuestra, así que pienso que tenemos que empezar a ver que también somos responsables de lo que tenemos. 



¿En qué parte crees que sois responsables? 

Bueno, no haber hecho bien el trabajo cuando había que hacerlo, no haber investigado los bancos antes de que se iniciara todo este lío, escribir artículos que alaban al gobierno en vez de criticarlo.. La mayoría de periodistas, sobretodo en España, y hablo de allá porque es donde estoy viviendo ahora mismo, han transformado los diarios en una copia de los gabinetes de prensa de los políticos, de los bancos o las empresas y han dejado de hacer periodismo. No se investiga. Para tener una visión de lo que está pasando tienes que leer ocho periódicos. Entonces tenemos que tener un poco de autocrítica con eso. ¿Alguien ha hecho una investigación sobre los bancos de hace cinco años atrás? No. Tan solo pensábamos, “oh, mira que bien le van los negocios.”. Hombre, si a alguien le van demasiado bien los negocios será porque a alguien le están quitando. Podríamos haber hecho la noticia de que el Santander ganaba más dinero por ejemplo. Creo que de ahí tenemos culpa nosotros. Y ahora, “¡uy, qué barbaridad”. Pues sí, es lo que toca. No estoy diciendo que no tengamos que quejarnos de la crisis pero creo que también tenemos que quejarnos de lo mal que hemos hecho nuestro trabajo. 

¿Qué consejos le darías a la gente que se inicia en la profesión o se lo plantea? 

Si se está planteado si hacer esto o hacer un curso de cocina, estudiar arquitectura o cualquier otra cosa, tendría que pensar primero si realmente quiere hacer esto. Básicamente pensar el por qué lo quieres hacer. Muchas veces la gente dice que quiere ser fotógrafo pero realmente no tienen ni idea de por qué lo quieren ser. Han visto un par de películas donde el fotógrafo es súper guapo, ejerce, vuelve, gana un premio y encima sale con la chica más guapa de la película. O al revés, con las fotógrafas pasa igual. No te muestran, hablando de temas más complicados, que en verdad a dónde vas caen bombas por todos lados, te pueden cortar la cabeza, no siempre tienes para comer y todo ese tipo de cosas. Tampoco cuentan que te pagan cincuenta euros por una foto. Toda la parte romántica está muy bien pero la realidad es otra. Además, también tienes que saber qué es lo que quieres contar. Creo que antes tienes que vivir un poco porque lo que veo muchas veces es que la gente quiere contar algo pero no ha vivido la vida. El fotoperiodista no es como un escritor, de quien toda la imaginación sale de la cabeza. Lo nuestro es fruto de lo que vemos y de nuestras experiencias de vida, por eso creo que sería algo bueno. Al menos tendría que estar interesado en viajar. Tener un poco de curiosidad. 


Con todo, ¿Qué es lo que te ha resultado más satisfactorio de hacer esta profesión? 

Haber conocido y tenido acceso a una gran cantidad de cosas que de otra forma no conocería ni tendría, así como compartir con personas que están en diferentes mundos completamente distintos al tuyo. Y, también, conocer temas en profundidad para los que no tendría ni el tiempo ni la oportunidad de verlos si hiciera otro trabajo. El viajar y vivir en diferentes lugares te hace ver que las diferencias no son malas. Y cuando vuelves allá de donde tú eres tras haber compartido y haber visto otras realidades, relativizas un montón de cosas que antes veías terribles y tratas de mejorar las que ahora realmente ves que lo son. Yo creo que con una foto no voy a cambiar el mundo, eso está clarísimo. Pero sí puedo llegar a ayudar, de alguna forma, a que determinadas personas que no van a esos lugares puedan entender como es la situación en la que están otras personas y empiecen un poco a replantearse el cómo lo que hacen o dejan de hacer influye en lo que sucede en otros lados.



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